La respuesta a la pregunta de un amigo:
Dicen que la mujer adulta presenta una predilección hacia los hombres de uniforme. Pero si una se pone a analizar con cautela y frialdad esa afirmación, pronto se percata de que no es la vestimenta lo que produce hervor entre sus piernas cada vez que se le acerca un mosso. Basureros, revisores de tren y camareros del Mc Donals comparten con policías, urbanos y bomberos la rutina de equiparse día a día con la misma ropa y, sin embargo, su traje distintivo predispone a la repulsión y al rechazo, obstaculizando la consumación del acto sexual. Y es que las razones que explican porque soñamos con agentes, tenientes y capitanes van más allá de un simple disfraz y para encontrarlas hay que remitirse al origen de la feminidad y a los aspectos más primitivos de ésta.
Se trata de algo ancestral, impulsivo y remoto que nació cuando éramos monas para garantizar la supremacía de la especie y que ahora permanece a modo de vestigio entre aquellas cosas que se escapan del control de la mente. Buscaban nuestras antepasadas el macho más membrudo y bizarro, tenaz e impetuoso, que las protegiera de las adversidades del medio, básicamente depredadores, y que además les propiciara el alimento necesario para sustentarse, a ellas y a sus crías . Ellos cedían su vigorosidad encantados a cambio de saciar otra sed instintiva (la sexual) y entre todos construían una sociedad injusta -como la de ahora pero en menor escala - donde los más fuertes se juntaban con las más fuertes y los más débiles con las más débiles.
Miles de años más tarde, sentimos que la seguridad nos alcanza cada vez que un coche de policía se para ante nosotras. Irremediablemente deseamos abrirnos de patas para que preste sus servicios de amparo y defensa y garantice nuestra continuidad en el planeta. El caso se agudiza cuando el escenario es tétrico y perceptiblemente peligroso, lleno de miradas carniceras al acecho.
Por eso, es habitual que los policías más guapos del Raval se paseen con las chicas más guapas que por allí desfilan, siguiendo momentáneamente sus ansias más primitivas. Pero esos viajes no son más que el reflejo de algo fundado desde la irracionalidad que sólo puede enorgullecer a los menos capacitados. Mientras la mayoría de veces todo se queda en un mero transporte sacador de instintos, en algunas (muy muy pocas) ocasiones se sobrepasan las fronteras del barrio. Entonces, dejas el uniforme de lado y conoces a una persona que te gusta mil veces más que al que has conocido de noche.
jueves, 2 de agosto de 2007
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5 comentarios:
gracias x lo de guapo y x el final tan bonito. Es una pena k no pienses como yo y no t animes a encontrar un ekilibrio entre esa part de la persona k piensa y la instintiva. Pero deverdad me alegra haberte conocido.
Yo también me rindo antes mis instintos, soy humana. Alguna vez hasta con un policia. Pero cuando una relación humana nace de la razón y no de la pasión es mucho más duradera. La amistada nada tiene que envidiarle al amor más pasional!
jaja la policia está para servir al ciudadano, no? pues a eso vamos, a que nos sirvan, y que no nos falte de nada!
Por tu parte miriam, creo que le echas demasiada pasión a todo lo que haces, y no todo el mundo lo entiende, no todo el mundo lo hace.
joder!! como está el cuerpo!!!
Jo se d'alguna q va a posar denuncies al Raval amb tacons i minifaldilla i revoluciona la comissaria... La policia esta per servir-la senyoreta...
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