La dulce Raquel Sara

Si la falda fuese más larga jamás la habría elegido para ceñir con ella sus nalgas prietas. El tiempo le da la razón, pero le quita la vida. Y ella sueña con calzar tacones para hacerse notar en la oficina, donde despertará sanas envidias y enfermizas pasiones. Donde hablará de sus largas noches de antaño sirviendo mojitos, limpiando la barra, cazando miradas.

Una hermana no hace tanto por mí, ni yo he hecho tanto por nadie. Todo me parece vulnerable, menos ella. Ella siempre vendrá, pase lo que pase, y me mirará con sus traviesos ojos, y me abrazará con las manos llenas de maquillaje, y me escuchará, con un cigarro en la mano.

No tenemos la misma sangre. No compartimos besos, ni una cuenta corriente, ni si quiera buscamos lo mismo en la vida. Pero nos tenemos la una a la otra sin dudas, sin miedo, sin nada a cambio más que ver sonreír a la otra.

Cuerpo adolescente, cara de niña, y ropa interior adulta. Su inmadurez no le deja mostrar sus mejores virtudes. Y algún día nacerá otra prioridad, para olvidar su etapa de melena rubia y sandalias de piel, de corbatas sedientas y whisky escocés.

La dulce Raquel Sara. Eres capaz de hacerme llorar de risa, y hacerme reír en pleno llanto.

Juntas siempre seremos jóvenes.

T’estimo puta…y princesa.

Eva