viernes, 17 de agosto de 2007

El más vil de los disfraces: la sinceridad

Busco tu aceptación y no la encuentro. ¿Vivo ante un monstruo de la verdad o ante un maestro de la destrucción? Tus palabras retumban en mi interior, como ecos punzantes, y rasgan las paredes de mi humilde cabeza....Siento el aroma de la verdad y me desespero. Lloró cuando abres la boca, bramó, me castigo, me mato. Luego, renazco entre el dolor y digiero lo que dices...Minimizas mi ego sin culpa, sí, pero a la vez enardeces mi ilusión y mis ansias. Tu oratoria desnuda mi ignorancia y engrandece mi porvenir. Ahora soy así de pequeñita,... mañana, con tus disparos como raíces, voy a construir un imperio real y palpable que te comerás con patatas. Continúa mi amor... porque, al intentar destruirme, me haces más fuerte. Tú no dices verdades, describes el presente y sesgas el futuro para hacerme grande. Qué pena que tu conciencia no pueda ver una finalidad tan hermosa y que sea tu odio y tu pequeñez los que te hagan hablar mierda. ¿Sinceridad?... Aprende a ser humilde con tus defectos y descubrirás una enciclopedia en ellos.

Te odio y te detesto casi tanto como te amo...

Gracias por todo

4 comentarios:

Anónimo dijo...

necessites de debò que una persona et martiritzi i et torturi psicològicament rebaixant-te d'aquesta manera, per tal de créixer i prosperar? crec que no. Tu ets conscient dels teus errors, ets lo suficientment inteligent.

Anónimo dijo...

Estás tan loca que te adoro

Anónimo dijo...

A vegades un home que intenta torturar-te o fer-te mal, aconsegueix l'efecte contrari passats uns dies, cuan penses realment el que t'ha dit i et fa molt mes forta. A mi també em passa miriam, i hem d'apendre a no torturar-nos al principi, i fer-nos fortes desde que ho diuen.

Anónimo dijo...

es preciós. Increïble aquest article.